sábado, 3 de noviembre de 2012

Lo habían hecho de nuevo, habían sacado todo su repertorio  Me habían arrojado al fondo y habían hecho cuanto desmán para satisfacer su placer. Miraba las últimas tres líneas de aquella conversación, y no eran mías... Moira, en una especie de juego de supremacía, se había dejado ver, como quien se ríe a carcajadas de la promesa que había recitado, tan solo segundos atrás.

Unas lágrimas intentaron quedarse entre mis ojos, pero no pude, sentía un dolor, algo se desgarraba dentro de mí, arranqué a llorar observando el computador, me abracé a mi misma...

- ¿Por qué tienen que hacerlo todo más complejo? - la voz salió a medias en un susurro mezclado con el llanto -¿Por qué mierda no pueden solo follarse y joderse a desconocidos de otras ciudades? - grité, para tomar el cable del teclado en un tirón apretar el teclado entre mis manos con toda mi fuerza y tirarlo contra la pared.

- ¿POR QUÉ?- la garganta pareció desgarrarse para ser precedida por un llanto más profundo. La frente se apoyó en las rodillas y mis brazos se aferraron a mis piernas.

- ¿Acaso ustedes son los únicos que pueden vivir en esta mierda, excepto yo?- entonces la idea comenzó a dibujarse en mi cabeza.

- No es para tanto Bianca...- ronroneó la voz femenina de Moira mientras se sentaba en la mesa, abría las piernas y apoyaba ambas manos en el espacio entre ellas.

Alcé la vista para mirarle, una mirada cargada de odio. - Pregunta Moira. ¿ Es que acaso terminarás destruyéndo a cuanta persona captura mi atención y no sean ustedes? - enarqué una ceja -¿Eh Moira? El vacío allí entre las pierna es tan grande?. ¿ Cuéntame como se siente Moira? - La mujer enarcó una ceja para llevar sus manos a los costados y levantarse.
- No puta de mierda, tu me vas a escuchar...- me levanté para tomarle el brazo. Moira giró el rostro para dedicarme una mirada fría y sensual.

- No discutan, o Bianca hará algo estúpido... - la voz de Shane sonó más atrás, en mi cama.

- Tú no te metas en esta discusión Shane...- ronroneó con una sonrisa su hermana, mientras levantaba el brazo en su dirección - Que tu también has decidido meterte en esto...- lo señaló. para después mirarme.
- Prometes no volver a mirarlo nunca más, yo dejo de jugar... a la primera vez que subas la mirada volveré por él... y te tendrá un aberrante repudio y asco de ti, que el será el que no querrá volverte a ver nunca más- su voz salió tenue como una declaración.

- Moira vamos, no seas estúpida...-  musitó Shane levantándose.

- Esa será la única forma en que me vaya a otra ciudad y busque otro.- musitó - Renuncia y yo renuncio.- caí al suelo y mi respiración se acelero. -¿O es que acaso no entiendes? Mientras no puedas hacerlo, a mi no me se me van a quitar esas ganas incontrolables de...- su voz sonaba como la voz dulce de una sirena.

Sentí a Shane levantarse - Va a hacer algo estúpido...- musitó y todo fue precedido de un profundo silencio.

- Uno, dos, tres no hacen una mierda para la ansiedad, 6 y su voz se vuelva más tenue, 8 y ya no los veo, 12 y van a desaparecer, imagínate si tomara de todas las etiquetas la misma cantidad- comencé a susurrar en mi labios una y otra vez, como una letanía, con la nuca al suelo y el antebrazo derecho sobre los ojos - Uno, dos, tres no hacen una mierda para la ansiedad, 6 y su voz se volverá más tenue, 8 y ya no los veré, imagínense si tomara de todas las etiquetas la misma cantidad....- me quité el brazo  para alzarlo y apuntar al cielo -van a desaparecer tu... maldita puta y tu enfermo...-  musité para abrir los ojos y con una fuerza que no había tenido hace mucho tiempo me levanté del suelo. Comencé a caminar mientras mis dedos se movían frenéticos. - Si yo no puedo vivir la ínfima cantidad de tiempo que entre ustedes dos me dejan... Nadie va a vivir...- susurré comencé a caminar con determinación.

- Eres una maldita loca Moira...- gruño Shane. Para sentirle correr tras de mí.

- Hoy no Shane...- susurré por lo bajo mientras seguía caminando - HOY NO VAS A ABOGAR POR ELLA- Le grité para llevarme las manos al cabello, encima de mis orejas, agarrarlo con fuerza y largarme a correr al baño patear la puerta  del baño y encerrarme en él, mi espalda se deslizó por la madera blanca y quedé con mis piernas extendidas por los azulejos, y el llanto volvió a estallar.

- Bianca yo hablaré con ella y la disuadiré- musitó acercándose a mí y agacharse hasta mi nivel - No hay necesidad de algo como esto...- susurró para acercar la mano.

- NO ME TOQUES MALDITO ENFERMO- le grité, para después esbozar una carcajada y hechar la cabeza hacia atrás. Una risa frenética convulsiono mi cuerpo. Una euforia - Ah... yo te digo enfermo y la que toma medicamentos para la esquizofrenia soy yo...- el cuerpo volvió a remecerse en una carcajada, mis piernas se relajaron. - Ustedes no son reales...- una sonrisa alargada se dibujó en mi rostro - Si fueras real, no hubieses podido entrar al baño... - tomé su rostro entre mis manos y negué con aquella sonrisa lunática que esbozaba la niña de pelo corto y menuda en aquel espejo pared completa.

Me levanté del suelo para apoyarme en el borde del lavamanos. Y la observé, y observé mi propia demencia en aquella sonrisa. Negué. Nunca me siento tan libre como en estos momentos... El chico se paró tras de mí, mi rostro de endureció, y con determinación abrir el pequeño espejo empotrado en la pared y comenzar a sacar los pequeños recipientes en forma de paralelepípedo - Vele el lado bueno Shane, si sobrevivimos...- reí mientras me giraba con el primer frasco - Llamaremos a tu hermosa Rebeca...- mis caderas se apoyaron en el lavabo, el pulgar se deslizó por el filo de la pequeña circunferencia, mientras la luz del amanecer comenzaba a colarse mezquina por las ventanas. Shane negó mirándome, yo le dediqué una sonrisa - A tu salud Shane- miré el rótulo - Invega...- mascullé para volver a reír, en una carcajada sonora -  ¡Shane son tus favoritas!- chillé para vaciar un par en mi  boca como si fuesen  golosinas, abrir la llave y comenzar a tragarlas...

Me giré, para sacar otro - ¿No querían pastillas?- sonreí - Ustedes siempre tienen lo que quieren, ¿quién soy para negarles algo- reí mientras  vaciaba más - Vacié su contenido en mi boca y sentía deslizarlas con dificultad sobre mi garganta. Tocí y me llevé la mano a la boca para comenzar a llorar, tragar y volver a intentarlo. Nunca me sentía tan libre, como en estos momentos previos a la muerte... En aquel momento donde ambos tenían que verme y escuchar todo aquello que tenía que decir...

Bianca R.

domingo, 7 de octubre de 2012

Domingo, 7 de octubre.

Yacía en su cama perdida en un letargo incipiente. Con aquellas ganas de morir de la cual caía presa en días como estos... Aquellos días negros en que se sentía una niña solitaria y desposeída, desarraigada y extranjera hasta en su propio metro cuadrado, la moral socavada y las ganas destruidas.

No soportaba ver el cielo de su cuarto, no soportaba el aroma a prisión que se desprendía a modo de cianuros vapores del papel tapiz y a pesar de todo, de todo esto que sentía, lo sabía, lo sabía desde antes, no tenía el valor, no tenía esa chispa opaca que alimenta la mirada de los suicidas para terminar con todo esto, ese coraje inscrito en el iris de los condenados a muerte por su propio, peculiar e íntimo verdugo. No, hoy no, Shane lo impediría como siempre.

Así que se levantó de la cama en cámara lenta, moviendo cada miembro como si pesase no kilos, sino toneladas, pausada, pero con prisa. Quería llorar, pero no, no aquí, puesto que, de pronto lo único que quería era estar rodeada de gente para ir rellenando como un placebo al menos uno de los rincones desposeídos de su alma. De cierto modo sabía, que en estos días negros de dolor y autodestrucción, eran aquellos días en que los mellizos la arrojaban al fondo y le hacían tomar vacaciones. No fue ambiciosa, tan solo tomó: su chaqueta negra y se la puso, dió unos pasos hacia la mesita de noche y metiose el teléfono, las llaves en el bolsillo derecho junto con los audífonos, para después contemplar con cierta necesidad el filo del pequeño metal en su gaveta, no, no quería llamar a Shane tan rápido, necesitaba un momento a solas. Respirar, llorar y expiarse bajo la lluvia.

Sus pies se movieron raudos escaleras abajo mientras que su mano derecha encendía el teléfono y echaba andar el reproductor de música y con la mano izquierda acariciaba su corto cabello negro, alargando el brazo cada vez más tras su espalda para alcanzar su capucha, ocultó su rostro mientras pasaba por el segundo piso con prisa, y para cuando pasó por recepción se había enclaustrado en su propia nube negra. Quizás, hasta si hubiese sacado la lengua como aquellos niños que saborean curiosos los días grises Bianca, hubiese saboreado las gotas de una lluvia ácida.

Su zapatilla tocó el asfalto y con la misma prisa con que llegó hasta la calle siguió caminando sin rumbo fijo, una cuadra, dos cuadras, cuatro cuadras, en un estado catatónico, con el sabor hiel preso en la lengua, el pecho apretado y la cabeza gacha.Ya que a pesar de su deseo de humanidad a su alrededor, estaba conciente que su deseo no era más que un simple capricho estético, puesto que ella no hablaría con nadie y nadie hablaría con ella. No, a nadie le gustaba la lluvia y muchos menos se mojaría con ella en su propio y destructivo microclima.

Estaba de cierto modo, en una manera fácil de decirlo, cansada, pero no de ese esa cansancio que pesa en el cuerpo, no, sino de ese cansancio que cala el alma y debilita la mente. La cordura de Bianca comenzaba a caminar por la cuerda floja y Moira a la cabeza de la insana parada, le vendaba los ojos esperando que cayese pronto para ser su relevo.

Bianca no miraba semáforos, Bianca solo ponía un pie delante del otro, como si aquella acción de caminar, de huir, fuese la real razón de existencia de sus miembros. De cierto modo su propia cobardía de querer morir y no poder darse fin, respondía a un instinto animal y primitivo, deseos e instintos que las otras sombras de Bianca habían desarrollado bien, de cierto modo Bianca no podría nunca llegar hasta al final sin que la decisión fuese unánime y demonios que las otras sombras de Bianca sabían degustar esas aristas de la vida que Bianca, como una invidente nunca podría disfrutar, no, al menos no sin culpa.

De golpe los pies dejaron de moverse, Bianca cayó de rodillas y como si las mismas garras de su infierno personal la arrastraran a tierra, cayó boca abajo contra el pasto. Nadie se inmuto, ni los niños que pasaban, ni las parejas abrazadas, Bianca bien pudo haber caído bien fulminada de un infarto en alguno de estos prados de las plazas y nadie se daría cuenta hasta sino un par de horas. Su propia invisibilidad le dio placer, le dio dolor, un placer doloroso, una excitación sublime de su propia incorporeidad y alzó los brazos y se hizo un regazo en el cual agazaparse todavía de cúbito abdominal. Cerró arrastrando los puños con fuerza arrancando la grama a su paso con un deje de impotencia de su propia incapacidad de vivir, de su propia pérdida de control, de su innegable depresión que cada día iba in crescendo, esa necesidad aberrante que tiraba después de analizarle más tarde, esa necesidad de desear una vida normal como la de todos, igual de ignorante que la mayoría. Esa necesidad insana de pertenecer... a algo, a alguien. Oh... Cuanto quisiera poder volver a recuperar esa inocencia perdida y esa ignorancia infante. Una lágrima negra se deslizó por su mejilla y esa lágrima llamó a otras y una lluvia negra como el ébano acarició el rostro de Bianca mientras sentía que el filo que muchas veces sobrellevó su dolor, aquel hierro que dormía en su gaveta, había yacido en su lengua y en un trago suicida desgarraba todo a su paso, todo en su interior...

Bianca R. & Shane.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Chaines


Y tendido bajo el sol,
Mis ojos se pierden en el largo e intrincado metal,
Y me llevo la mano al cuello
Y maldigo mi propia domesticacion.
Mi cadena.

Como un animal,
Esperando que el amo extienda la mano,
Yace la bestia dia y noche.
Aullando a la luna la bestia.

Pero cuanto tiempo mas,
La bestia seguirá el juego?
Cuanto mas se dejara ser domesticado?
Toda la vida corriendo,
Y esta cadena es tan corta...
Y el amo tan lejano.
La bestia reflexiona.
Esto no era como le habían contado.
Esto no era como creía,
Y pierde la fe, y muestra los dientes,
Se arranca la piel alrededor de la cadena.
Podría ser libre cuanto quisiese.

Pero algo emana de la mano de su amo.
Quizas esa caricia oportuna.
La bestia esta sola.
Y le gusta la fragancia,
La dulce voz...
Las migajas y...
La bestia esta sola.

Un día volverá la dulce voz
Y la bestia habrá devorado todo.
Quizás el amo lamente, pero sera demasiado tarde.
La domesticación habrá terminado.
El amo sera carne cualquiera.
La bestia libre.
Como en tiempo de antaño.
Y correrá día y noche.
Antes de haber pactado el juego
Y coronase con una cadena el cuello
A cambio del pacto que no se cumplió.

S.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Domingo, 23 de septiembre.

Me despertó el olor a comida, mi nariz se arrugó y me moví varias veces antes en la cama antes de despertarme. Me levanté y todo me daba vueltas, en aquel momento sentí un alivio al mirar a mi alrededor con la mano en la cabeza y reconocer las paredes maltrechas de mi cuarto. Mi ropa andrógena con tendencia masculina. Shane. Tomé los lentes de sol debajo de mi almohada y me los puse, me senté al borde de la cama para coger una bocanada de aire, mis piernas se estiraron algo tambaleantes para apoyar mi mano en la pared y deslizarla pasando a llevar los flyers y fotos pegadas a ella. Entonces abrí la puerta y el olor a comida casi me hizo vomitar, pero ella estaba allí con su pijama sugerente, una camisa de hombre corta y ancha. Rebecca.






De pronto sentí un cachetón en la mejilla, un duro golpe y que la cabeza se movió para todos lados. De nuevo unas ganas incontenibles de vomitar.
- Estúpido Shane, ya te dije ya que me dejaras en paz, entiende he venido aquí por Bianca no por ti  imbécil...- gritaba Rebeca como histérica, parpadeé un par de veces, tenía sus muslos sujetados con fuerza encima de la encimera de la cocina y mi rostro perdido entre sus pechos. Al caer en cuenta, la solté de golpe y me tiré hacia atrás, caí en el suelo. Empecé a tiritar.
-Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento- musité una y otra vez sin poder dirigirle la mirada mientras me abrazaba a mí misma.
- Si Bianca lo sé. lo sé- su voz se escuchaba más cerca. - Ese Shane es un imbécil, yo vine a verte Bianca, volví para quedarme un par de semanas y me vuelvo, tu sabes, las investigaciones de mi tesis, vine a ver también como estabas de pastillas. Me tendió la mano incapaz de tomarla, me levanté como pude, me apoyé en la mesa y me levanté.

- ¿Vienes por otro análisis? - Rebeca asintió. - Bien, tranquila, no... no me interesa, creo que una simbiosis. Tu me das mis pastillas, cuidas que no me suicide y tu tienes tus datos.
- Bianca... Tu, tu sabes que no es solo eso, nos conocemos desde que teníamos 8 años, somos amigas yo te amo. Querer ayudarte me hizo tomar mi profesión, es mi vocación Bianca, ayudarte es mi vocación.
Me giré parar mirarle. - Tranquila Rebeca no tienes nada que explicarme, esta bien, gracias por preocuparte por mí-  agregué sin poder tocarle. La cachetada dolía.

Rebeca suspiró y me abrió una silla. - Siéntate te hice tu comida favorita

Mis píes se arrastraron, mientras mi mano derecha sujetaba mi mejilla y mi cabeza cabizbaja.

-Te compre comida, quiero que comas Bianca, verifiqué tus pastillas y te dejé más, ¿recuerdas el trato?- interrumpió. Asentí para sentarme en cámara lenta.
- Sé que esta pregunta no te va a gustar, pero... ¿Moira se esta acostando con Miguel?- el cubierto se me cayó de las manos, mi rostro se desfiguró para mirarle.
-¿Por qué preguntas eso?- la voz salió sepulcral.
- Cuando venía para acá me dijo que aprovechando que vendría a verte que te dijera que contestaras sus mensajes y que ¿por que habías dejado de asistir?
- No lo sé, creo que no... y si es fuese así sería otro punto más para odiarla, si deje de asistir, fue por eso. Miguel se ha portado muy bien, no quiero involucrarlo con mi mierda de vida y mis demonios.
-Bien...- suspiró Rebeca.
- ¿Y Shane?- preguntó.
- Shane anda bien, como siempre, llevando de punta en blanco su doble vida y jodiendose a cuanto débil consigue.
- Ese puto.- suspiró Rebeca.
- Siento tanto que te haya hecho eso Rebeca, enserio, mira, si pudiese devolver el pasado y si tuviese control sobre él yo, te lo juro que nunca lo hubiera hecho. 
- Ya Bianca tranquila, si lo conozco bien y sé lo puto que es, y lo enfermo que esta.
Volví a mirar mis panqueques y a comer un bocado.
- Estas mas flaca, te ves muy bien.- agregó Rebeca.
- Tranquiila Rebeca estoy comiendo... No tienes que hacer ese tipo de comentarios para hacerme sentir bien. - comí otro bocado -Si aunque no lo creas como tres veces al día, no mucho, pero como. Creo que eso es un progreso- Asintió.
- ¿Drogas?- susurró Rebeca más bajo.
- No drogas, porque lo único que hacen es llamarlos con más fuerza... Y creo que estoy haciendo grandes progresos como para mandarlo a la mierda.- comí otro bocado.
- ¿Y tú Bianca?- preguntó Rebeca acercando su silla.
- ¿Tú como estas? ¿Como te sientes?- suspiró.
- Yo no siento nada, así que supongo que estoy bien. Las pastillas que me diste me ponen mas observadora, me place mirar las cosas, siempre hay cosas nuevas que ver. Escucho música, leo, no salgo mucho. Me guardo... Lo mío no es la gente, ya deberías saberlo.
- Deberías poder desarrollar mejor esas habilidades sociales Bianca.
No levanté la mirada.
- ¿ Para qué? ¿ Qué podría yo entregarle a ellos? Estoy vacía. Y si quieren algo de mí, realmente no es de mí, o es de Shane, algo relacionado con el éxito o es Moira, solo quieren follarme. Yo estoy bien. Quiero paz, quiero soledad en el tiempo que estoy. No vale la pena tratar con el mundo.
Rebeca suspiró para tomarme en sus brazos y abrazarme.
- Hasta ahora, cuando me abrazas, sigo teniendo la misma reacción.
Rebeca rió y asintió.
- Si... comienzas a tiritar y a hiperventilar, nunca me abrazas devuelta y te quedas paralizada.
- Desde siempre.
- Vamos come eso y nos vamos a comprar  unas cosas y hacer algo solo tu y yo el día de hoy- musitó para abrocharse y acomodarse de mejor manera la camisa y los rizos oscuros que caían en su piel de morena, se levantó de la mesa.
- ¿Rebeca?- pregunté.
- ¿Si contesto ella?
- Cuanto tiempo pasó entre la disociación y la cachetada?- pregunté. Rebeca frunció el ceño.
- ¿Por qué?- pregunto ella.
- Lo digo porque parece que pasaste un buen rato con Shane antes de pegarle el cachetón...- suspiré para meterme el último pedazo. - Te quedó muy rico.- me levanté de la silla y me dirigí al cuarto para vestirme.

No Rebeca nunca pudo superarlo y a veces siento, que cuando Rebeca viene a visitarme, en su necesidad obsesa de encontrarle, lo llama, lo atrae y cuando por fin lo consigue, satisface su placer y obsesión y luego se hace la ofendida para echarlo y Shane lo sabe y lo disfruta. Suspiré. Rebeca siempre va estar atrapada, porque para Shane, Rebeca es una de sus muñecas favoritas.



Bianca R.



miércoles, 19 de septiembre de 2012


Deseo que todo se congele
Y quedar como un ángel de piedra,
Que mira impasible las ortigas y los nombres.
Y de ese hilo, se desprende la trenza.
Aquí entre las mismas ortigas a los pies del ángel
Pido.
Refugiame en este escape,
Del sueño y la falta de aire.
Cada vez que cierro los ojos, ángel,
Pierdo la voluntad,
Pierdo 3 libras de cordura.
Un paso cada vez mas cerca de la demencia.
La enajenación, la cosificacion
Del verdugo y de la dominatrice...

Cuantos nombres más?
No puedo soportarlo...
Sentir.
Dolor.
Ninguno de ellos esta preparado para el.
Dolor sin placer de carne.
No, ellos no conocen algo similar.
Me aferro a la hortigas
En las espinas
Al filo.
Angel, imagínate un huerto de ortigas rojas...
Fraguandonos uno solo en una intima comunión,
Bajo el testimonio de las lapidas.
Tengo que escribirlo,
Es importante...
No puedo,
No quiero,
No debo olvidarlo.
"Stay awake"
Mi nombre.

Siento que...
Estoy olvidando cosas importantes.
Y no puedo recordar que, o cuales...
Pero son importantes.
Mi nombre...
Sentir...
Ya no recuerdo nada que no sea la sensación de no poder respirar.
Ya no puedo recordar otros colores que no sean negro y rojo.
Otro cielo que no sea de papel negro...
Me están castigando.
Y no entiendo por que.
Es como un recuerdo de infancia.
Es como volver al sótano.

Algo importante, y no se que es.

Estoy perdida,
Y me aferro a lo único que bajo la luna brilla
A contra luz como un pedazo de estrella caída,
Hojillas
Ortigas
Espinas...
Dolor, lo necesito.
Tengo que seguir despierta...

Bianca R.

lunes, 27 de agosto de 2012

Salvación


Y la sátira de todo esto sera
Que al final todos habrán de salvarse
Pero yo nunca podre salvarme
Puesto que mi dominatriz y mi verdugo
Es mi propia trina.

Bianca R.

martes, 31 de julio de 2012

lunes, 30 de julio de 2012